Imagen tomada de Casa de la Literatura Peruana. |
Por Diego Ayma @diegoathos
El docente e investigador Santiago López Maguiña y el sociólogo Gonzalo Portocarrero participaron en la tercera mesa redonda y última sesión del ciclo de conferencias dedicadas a la obra de Dioses y hombres de Huarochirí.
*IMPORTANTE. Es necesario leer el capítulo 20 y 21 de Dioses y hombres de Huarochirí para comprender mejor este artículo. Al final del texto lo puede encontra.
*IMPORTANTE. Es necesario leer el capítulo 20 y 21 de Dioses y hombres de Huarochirí para comprender mejor este artículo. Al final del texto lo puede encontra.
La cita se
realizó el jueves 11 de mayo en la Casa de la Literatura Peruana
bajo el tema “El problema de la enunciación en Dioses y hombres de
Huarochirí”, en la que se discutió los capítulos 20 y 21 de este
manuscrito sobre mitos y creencias del mundo prehispánico.
Santiago López Maguiña y Gonzalo Portocarrero. |
CUANDO EL
GOCE EMPACHA
“Si
esa hipótesis pudiera demostrarse, más allá de lo que sugieren los
capítulos 20 y 21 de los manuscritos de Huarochirí, se diría que
la religión cristiana no se extendió al menos en esta región solo
por imposición de los doctrineros y los extirpadores sino también
por la opción apaciguadora de una religión de la penitencia, del
ayuno y de la abstinencia como era la religión cristiana de los
siglos XVI y XVII” (Santiago López
Maguiña)
El docente
Santiago López Maguiña planteó la hipótesis de un atosigamiento
del goce en el hombre prehispánico producto de las intensas
celebraciones orgiásticas que se realizaban constantemente para
culto de las huacas o divinidades y que aceleró el paso a la
cristiandad.
“Uno se
pregunta si esos despliegues de goce eran siempre satisfactorios o
sino llegaban a saturar o suscitar estados de empacho en las
celebraciones, en el manuscrito no lo enuncian”, indicó el
investigador y argumentó que no se puede responder a la pregunta
usando pruebas textuales.
Pero a través “un ejercicio de plenitud”
podría postularse que estas festividades tienden a atosigar y a
fastidiar, lo que produce “ansiedad y angustia”, más aún si es
una práctica nacida de una obligación.
López Maguiña precisó que aunque esta conjetura no se puede demostrar, ella sí permite explicar la rápida, asombrosa y sorpresiva segunda conversión de Cristóbal Choquecaxa al cristianismo como recoge el capítulo 20 y 21 de los manuscritos de Huarochirí.
De esta
manera, destacó dos configuraciones. En primer lugar, aquella en
donde la antigua huaca se hace pasar como un ser malévolo o demonio,
utilizando amenazas, engaños o incitaciones a la vida corporal
gozosa. Un ser malévolo que entrega para recibir bienes, que pueden
llegar a exceder a las capacidades de los hombres y así buscar
apropiarse de sus vidas.
En segundo
lugar, el huaca es integrado en la red de los desechos y de lo
abominable donde está ubicado el diablo en la mitología cristiana,
queda de esta manera separado de sus cualidades bienhechoras y
regenerativas para el mundo andino.
“La
reunión de esta dos configuraciones da como resultado un personaje
huaca demonio que a la vez de ser incitador de celebraciones
orgiásticas, agotadoras y angustiantes ha llevado a lo abominable, a
los restos corporales tanto inservibles como nauseabundos, frente a
esta configuración figurativa del huaca demonio aparece la
configuración de la divinidad de los padres doctrineros”, sostuvo.
Según
consideró López Maguiña, bajo el cristianismo los seres humanos
lograrían librarse del imperativo de un culto que exige exhibiciones
desmedidas de vitalidad a través de la abstinencia, el ayuno, la
penitencia como medios de acercarse y agradar a Dios.
“La
práctica religiosa que se ofrece en consecuencia presenta un
desarrollo contrario que surge del imperativo ancestral al goce
orgiástico como forma de celebrar a las divinidades, se trataría de
una práctica apaciguadora, fundada en el sacrificio y la renuncia y
que punto muy importante admite como parte de ello, la posibilidad de
hacerlo aún bajo condiciones de insuficiencia y de minusvalía y
hacerlo en condiciones de enfermedad”, finalizó.
Dibujo de Huamán Poma de Ayala en Nueva Corónica y buen gobierno. |
INDIO DE
DÍA E INDÍGENA DE NOCHE
“El
manuscrito de Huarochirí está atravesado por dos deseos muy
intensos que no pueden integrarse: un deseo de continuidad de la
tradición indígena y por otro lado, con la aceptación del poder de
la huaca Jesucristo y la necesidad de rendirle culto” (Gonzalo
Portocarrero)
El sociólogo
Gonzalo Portocarrero sostuvo que Cristóbal Choquecaxa y los capítulos
20 y 21 del manuscrito de Huarochirí se ubican en el contexto de un
encuentro de culturas o religiones, donde se evidencia la angustia
del hombre andino ante la imposibilidad de una integración de sus
deidades con la huaca Jesucristo.
Señaló que
cuando los españoles invadieron América existían dos tendencias en
el cristianismo para considerar a las religiones paganas. Una era la
de Bartolomé de las Casas, quien consideraba a estas idolatrías
como algo natural y que respondía a una necesidad humana muy
profunda de protección en un cosmos que es impredecible. Mientras,
que para la segunda no había nada rescatable donde la figura central
era el demonio y por tanto correspondía una extirpación radical.
Para
Portocarrero esta última visión contiene supuestos ontológicos y
éticos en la que dos realidades, Dios y el demonio, dejan traer
consigo la proliferación de comportamientos buenos que llevan a la
salvación y seductores que llevan al castigo eterno. Sin embargo,
esta visión de las cosas es muy distinta a la visión del mundo
indígena, donde había una multiplicidad de dioses o huacas con
influencia local, regional y panandina.
“No es que
sean siempre buenas o siempre malas, sino que las huacas se comportan
de una manera que es éticamente encomiable y otras veces de forma
éticamente reprobable, no son blanco y negro, sino que estas huacas
se comportan de una manera bastante impredecible porque en realidad
son bastante libres de hacer lo que ellas quieren”, dijo.
Portocarrero
afirmó que un caso contrario ocurrió en México con el culto a la
Virgen de Guadalupe en la década de 1530 tras su aparición al indio
Juan Diego, lo que se convierte en símbolo de unidad y hermana a
indios, mestizos, criollos y hasta españoles. Pero en el Perú no
tuvimos nada remotamente parecido a esta fusión de horizontes y se
produce una vivencia desintegrada y de angustia ante la imposibilidad
de conciliar dos tradiciones distintas.
“Entonces
en el capítulo 20 lo que vamos a observar es justamente la angustia
de Cristóbal Choquecaxa que por un lado siente el llamado de las
huacas y de otro lado siente el deber de rendir culto a la huaca
Jesucristo”, expresó.
Ahora bien,
Portocarrero refirió que para el capítulo 21 se inicia una actitud
pragmática en Cristóbal Choquecaxa y que marca la historia del Perú
contemporáneo. Las huacas aparentemente derrotadas aparecen en el
reino de la noche, en el más inconsciente, cuando en el día el
cristianismo es la religión oficial.
“Cristóbal
Choquecaxa es un indio de día pero un indígena de noche, quisiera
resaltar que el término indio tiene toda una connotación usual de
persona sumisa, de persona que está bajo una violencia que lo
inhibe, mientras que el término indígena más bien viene a designar
una situación relativo a un lugar (…) el programa de colonización
buscaba reducir al indígena la situación de indio”, dijo.
(Foto: descubrecusco.com) |
Dioses y hombres de Huarochirí: Cuando Pariacaca cautivó a José María Arguedas
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